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Manejo del dolor

Alrededor de 100 millones de americanos sufren de dolor crónico (también conocido como dolor persistente) como consecuencia de una variedad de enfermedades y condiciones. El dolor puede ser difícil de manejar pues cada persona siente y responde al dolor de forma distinta. En otras palabras, el dolor es una experiencia subjetiva. La forma en que una persona siente el dolor puede estar relacionada con varios factores.

  • Factores biológicos
    • Grado de la enfermedad o lesión
    • Presencia de otras enfermedades o condiciones
    • Genética: los rasgos hereditarios y variaciones en el organismo humano
  • Factores psicológicos
    • Ansiedad, miedo, culpa, enojo, depresión
    • Pensar que el dolor es debido a algo peor de lo que realmente es
    • Sentirse incapaz de manejar el dolor
  • Factores sociales
    • Cómo otros cercanos a usted reaccionan al dolor
    • Ambiente laboral o exigencias del trabajo
    • Acceso a atención médica
    • Creencias culturales

El Instituto Nacional para la Salud (NIH) y otras organizaciones que establecen recomendaciones para la atención médica han comenzado a reconocer la necesidad de mayor investigación, educación y directrices para el tratamiento del dolor. El dolor crónico puede resultar en ansiedad, depresión y cólera, y puede hacer que el manejo de su trastorno hemorrágico parezca un desafío aún mayor.

Cómo entender los tipos de dolor

El dolor es muy común en las personas con trastornos hemorrágicos. Por lo general, las personas con trastornos hemorrágicos califican su dolor diario como un 5 en una escala de 1 a 10. Lamentablemente, el dolor frecuentemente no se maneja de manera adecuada. Aunque el dolor puede ser inquietante y afectar su salud física y emocional, se puede manejar de manera eficaz con la estrategia adecuada (o con una combinación de estrategias).

Hay dos tipos de dolor: dolor agudo y dolor crónico. Ser capaz de identificar qué tipo de dolor está sufriendo es el primer paso en descifrar qué es lo que puede hacer para aliviarlo.

  • Dolor agudo. Este tipo de dolor es de corto plazo (aunque esto quiere decir que puede durar días u horas) y puede ser grave. Cuando se relaciona con episodios hemorrágicos, se debe tratar inmediatamente.
  • Dolor crónico (también conocido como dolor persistente). Este tipo de dolor dura por meses o más y es caracterizado por una molestia continua. Generalmente es la consecuencia de un daño a las articulaciones y otras partes del cuerpo, posiblemente a causa de previos episodios hemorrágicos.

Tratamiento del dolor

El primer paso para tratar su dolor es determinar si sufre de dolor crónico o agudo. Si sospecha que sufre de una hemorragia muscular o articular (una de las causas del dolor agudo) una infusión de factor puede ser adecuada. Sin embargo, note que más de un tercio de las personas con trastornos hemorrágicos han tratado de manera inadecuada el dolor crónico por medio de infusiones de factor. Si tiene dudad, debería hacerse una infusión. Pero si su dolor no mejora luego de una infusión de factor, puede que se deba a una causa distinta a la hemorragia.

Vea la siguiente sección para aprender acerca de los diferentes tipos de tratamiento para el dolor.

Técnica R.I.C.E.

Después de determinar si debe o no hacerse una infusión, debería tratar el dolor agudo por medio del acrónimo R.I.C.E.: descanso (rest), hielo (ice), compresión (compression) y elevación (elevation).

  • Descanso. Evite el uso de la parte del cuerpo afectada durante 24 a 48 horas. Si sospecha una hemorragia, puede también utilizar una tablilla en la articulación para limitar su movimiento.
  • Hielo. Aplique hielo en el área afectada. El hielo aprieta los vasos sanguíneos y ayuda a reducir el dolor y la inflamación.
  • Compresión. Utilice vendas elásticas en el área afectada. La compresión sirve para reducir el dolor y prevenir que siga la hemorragia.
  • Elevación. Mantenga la parte del cuerpo afectada elevada. La elevación reduce la inflamación.
Si desea una versión impresa de estas instrucciones, vaya a R.I.C.E.

Analgésicos de venta libre

También puede considerar el uso de medicamentos de venta libre (OTC) o con receta médica para reducir el dolor agudo. Ya que muchos analgésicos pueden ser dañinos para las personas con trastornos hemorrágicos, debe de tener cuidado con los que utiliza. Los antiinflamatorios no esteroideos (NSAID) (por ejemplo, la aspirina, ibuprofeno, naproxeno) pueden interferir con la coagulación al afectar el funcionamiento de las plaquetas. Algunas personas con hemofilia pueden tomar ibuprofeno o naproxeno sin aumentar sus hemorragias, pero esto se debe hacer bajo la supervisión de sus proveedores de atención médica. Algunas personas utilizan celecoxib, que es un tipo de NSAID con receta médica llamado un inhibidor de COX-2, el cual no afecta la función de las plaquetas. Existen algunas inquietudes relacionadas con el uso de celecoxib debido a que medicamentos similares están asociados con un mayor riesgo de ataques al corazón. Estos factores se deben de tomar en cuenta antes de decidir qué medicamento es el mejor para manejar el dolor.

El acetaminofén es una opción de venta libre para el manejo del dolor que no interfiere con la coagulación. Sin embargo, ya que el uso prolongado del acetaminofén puede causar daños al hígado, debe de limitarse a no más de 4000 miligramos diarios si tiene 60 años o menos o 3000 miligramos diarios si tiene más de 60 años. Las personas afectadas por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o hepatitis C (HCV) deben de consultar a su proveedor de atención médica antes de usar acetaminofén.

Medicamentos con receta médica

Existen medicamentos con receta médica para ayudar con el dolor a corto plazo, y a veces con el dolor crónico. Estos incluyen la oxicodona, morfina, metadona y codeína. Estos medicamentos son eficaces en muchas personas pero pueden ser adictivos. Se deben utilizar como se indica y solo bajo supervisión médica.

Otros métodos para el manejo del dolor

El dolor crónico frecuentemente se trata con medicamentos de venta libre o con receta médica, pero hay otras estrategias que pueden utilizarse también, tales como el reemplazo, la fusión o la reconstrucción de las articulaciones. El dolor crónico también puede responder a la fisioterapia y el ejercicio.

Además de mantener sus articulaciones y músculos fuertes y saludables, la fisioterapia puede ayudar a reducir el dolor. Su fisioterapeuta puede diseñar un programa específicamente para sus necesidades y estado actual de salud.

Otra posible técnica para el manejo del dolor en personas con trastornos hemorrágicos es la estimulación transcutánea (TENS). Durante TENS, se transmite una corriente eléctrica de bajo voltaje a través de la piel para estimular los nervios en la región afectada. El estímulo, que no es doloroso, es suficiente para ocultar las señales del dolor.

Si desea conocer acerca de otros métodos menos convencionales para el manejo del dolor, vaya a Medicina alternativa y complementaria.